
Alguien me contó una vez, que La Señora, es sólo un paseante, un observador, un viajero que no puede dejar de avanzar, a su paso se le enganchan rastrojos, caracoles, flores, perros, elefantes, ballenas, humanos...
Es un ser de tránsito, y en sus viajes se lleva cosas de un mundo y las deja caer en otros lugares, hace que todo fluya en un continuo movimiento. Ella es un perpetuo intercambio. Es, en definitiva, el motor de la vida despertando con su largo manto la energía estancada.
Hoy ha venido de nuevo, está aquí, porque lo que está despertando es muy grande y muy intenso.
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